Hola, soy Maya (33 años), profe de español y holandés y pedagoga, y no, no trabajo en una escuela. Actualmente resido en Eslovenia (si estás buscando en el mapa, es el pequeño país en forma de una gallina, al lado de Italia) pero crecí en el Caribe.
El año 2021 es un año lleno de aventuras para mí. No solo abrí mi empresa, doy clases en línea, pero también descubrí el mundo de Erasmus+. No te estoy hablando del intercambio estudiantil ni de las prácticas, sino de toda la gama de oportunidades que ofrece y me gustaría contarte más sobre lo último.
Fue por pura casualidad que descubrí estos programas. Un día recibí un correo electrónico de una conocida porque estaban buscando a participantes para formar parte de un entrenamiento en los Pirineos franceses sobre la problemática creciente del extremismo entre los jóvenes europeos, usando el teatro para abarcar el tema y enfrentarse a este problema. Me pareció interesante y al leer un poco más me di cuenta de que no había que pagar nada. ¡Así es, lo has leído bien, nada! No había gastos de alojamiento, ni de comida y para el viaje, dependiendo del país de origen, te daban un presupuesto con el que podías comprar los billetes.
Admito que al inicio me parecía surreal e increíble que alguien me iba a pagar el viaje, el alojamiento, la comida y además el entrenamiento, pero era verdad. Le respondí inmediatamente que el proyecto me interesaba y me envió un formulario para rellenar. En unos días me llegó la notificación que me habían aceptado y que formaba parte del grupo que iba a asistir. De repente me vi haciendo la maleta y planificando una ruta a un lugar completamente desconocido y mal conectado (casi me rendí a la hora de buscar conexiones) pero tengo que decir que era la mejor decisión y experiencia de mi vida.
Éramos un grupo de 30 personas de edades, procedencias, creencias y profesiones muy distintas. Y era justamente lo que me hacía sentir en casa. Un proyecto multicultural, con personas encantadoras de muchos lugares diversos, con opiniones y visiones distintas. Conviví una semana con gente inspiradora e increíble, aprendí mucho de ellos, pero también yo tuve la oportunidad de compartir mi conocimiento y juntos hicimos un proyecto. Un proyecto basado en la creatividad que fomentó la tolerancia y el respeto mutuo y que al final representamos. Sí, actué en una obra teatral y delante de un tremendo público ya que se emitió en línea, por razones obvias.
Después de ese primer proyecto me enganché y al conocer cómo funcionan, decidí buscar nuevas oportunidades para seguir explorando y aprendiendo. Los programas Erasmus+ buscan fomentar las oportunidades ya que permiten un desarrollo futuro y un crecimiento personal a todos independientemente del de la situación económica, género, orientación sexual, origen étnico, creencias, religiosas o las limitaciones que uno tenga. Así, decidí mandar mi aplicación para el proyecto de Ticket2Erope, Back to the Roots. Rellené el formulario y en dos días obtuve una respuesta positiva: Era tiempo para ir planificando el viaje de Ljubliana a Pontevedra. (Esta vez la planificación del viaje era mucho más simple y, ahora que lo escribo igual no era más fácil porque las conexiones eran mejores, sino porque aprendí a buscar soluciones y desenvolverme mejor ante las adversidades.)
Y si te estás preguntando por qué Back to the Roots en Pontevedra, te cuento:
El nombre del proyecto en sí despertó mucha curiosidad en mí. Soy gran amante de la naturaleza y el objetivo de este proyecto era volver a nuestras raíces. Resido en las afueras de la capital eslovena y soy consciente de la importancia de la naturaleza y cómo influye en la calidad de nuestra vida. De vez en cuando nos olvidamos de que los recursos naturales son limitados y que la manera en la que tratamos el planeta no es sostenible. Vamos a la tienda, compramos todo lo que se nos antoje, sin pensar de dónde vienen esos productos, cómo se producen ni mucho menos en las personas que los producen.
El proyecto llevado a cabo por Ana, África y María, tres chicas majísimas, nos (un grupo compuesto de 16 personas de Croacia, Italia, España, Eslovaquia, Eslovenia, Macedonia y Rumanía) ofreció justamente eso: la posibilidad de conocer a las personas locales que suministran el mercado con los mejillones, a hablar con un grupo de jóvenes emprendedores que se dedican al arte (crean gráficos y murales, hacen estampados en ropa, organizan festivales y mucho más), comimos comida local cultivada en las tierras gallegas, hablamos con una verdadera influencer en la zona, Tía Ni, que convirtió una antigua escuela en un lugar de cultura, lleno de libros y antigüedades, donde además se puede comer y disfrutar de varios tipos de eventos, hablamos con unos señores simpáticos que nos presentaron la problemática de los eucaliptos (una especie invasiva) a la que se ve enfrentada Galicia y sobre la que no tenía ningún conocimiento previo, a los que además ayudamos a talar algunos árboles, conocimos a un joven emprendedor que tuvo la gran idea de crear un co-living en Anceu y a su pareja que fundó un co-working en el centro de Pontevedra, solo para mencionar algunos proyectos increíbles de la gente que conocimos.
En fin, una semana llena de gente inspiradora, creativa, empática, de gente que nos abrió las puertas de sus casas, que está cambiando poco a poco su entorno y con esto también la sociedad y creando un futuro mejor y más sostenible.
¡Gracias Ticket2Europe! ¡Un beso o como decís los simpatiquísimos gallegos, un bico!
Maya Choghari
Participante eslovena de Back to the Roots