No he aprendido nada.

Hoy hace un mes que volví de mi primera experiencia Erasmus+, un Young Exchange de dos semanas que prorrogamos un par de días más para visitar las capitales de Armenia, Georgia y Turquía.

Sin haber salido antes de Europa, con una mochila a cuestas y más miedo que ganas, despierto a la par que el sol, de camino a Madrid.
Creo que el temblor no cesó hasta que me quedé dormida en el autobús.
Con la inseguridad que me caracteriza, y quizá más inconsciencia que valentía, por fin conozco al resto de participantes españoles: mis nuevos cuatro hermanos andaluces.
Ya no tiemblo.

A partir de aquí es todo mucho más confuso. Entra en juego el frenesí, sus sonrisas, el inglés, las calles nuevas, mi cámara de fotos. Los taxistas locos, los “¡oh, España! ¡Barcelona, Messi!”, el khachapuri, la Kilikia. Las palabras en idiomas raros, los “españolitos”, la gente buena, los no tan buenos. Los no horarios, el desorden, las carreteras peligrosas, las vistas increíbles, el sueño. Y de nuevo sus sonrisas, sus manías y sus voces.
Ahora tiemblo de frío, pero no de miedo.

He tardado un mes en escribir esto, y lo siento pero, si quieres leer sobre la comida, el hotel, el personal y la programación diaria, búscate otro artículo. Estás a tiempo. Tampoco te voy a contar las aventuras y gamberradas que vivimos e hicimos; ya las vivirás tú mucho mejores.

No he aprendido nada porque ya sabía que quiero pasarme la vida viajando, que el inglés es imprescindible, que me gusta la “no Europa” y que hay gente muy buena por el mundo. Que no es verdad todo lo que crees y que no debemos tener miedo, solo andar con cuidado, pero andar mucho. Que hay más cosas en el cielo y en la tierra que en toda tu filosofía y que On the road está la aventura, el aprendizaje, la vida.

No he aprendido nada, únicamente he comprobado y puesto en práctica todo lo que sabía poniéndome a prueba a mí misma.
Hazlo tú también.

 

María Corbacho
Participante Youth Exchange «Meeting the Other», Aghevaran (Armenia)