Siete días para cambiar el mundo… ¡o al menos una vida! Ahora me parece increíble que hace tan sólo dos meses no supiera lo que de verdad significaba «Erasmus+», «Educación no formal» o «Aprendizaje intercultural». Si tú tampoco lo sabes… ¡sigue leyendo!
1 de Noviembre de 2015. Después de dejar a mis amigos con sus máscaras y disfraces de Halloween empiezo mi viaje hacia Madrid, donde unas horas después cogeré un avión a Riga y más tarde un bus con dirección a un sitio con un nombre muy raro: Bernāti.
Voy a hacer un curso de formación o Training Course enmarcado en el programa Erasmus+ de la Comisión Europea. La primera vez que oí hablar de esos cursos no entendía nada: ¿educación no formal? ¿Sin requisitos de formación previa? ¿Juegos que no solo son para niños? ¿¡Pero esto qué es!? La teoría dice que será un curso cuyo objetivo principal es el de «dar a trabajadores en el ámbito de la juventud marcos de trabajo y espacios para crear y practicar juegos educativos». ¡Suena interesante!
Como toda primera vez, al llegar a la que iba a ser mi casa durante una semana, ¡estoy súper nerviosa! ¿Y si no sé qué hacer? ¡Seguro que todo el mundo es un experto! ¿Y si todos se conocen menos yo?
Como buenas españolas, llegamos más tarde de lo previsto y nos saltamos todas las fomalidades. ¡Directamente a cenar! La comida siempre nos hace más felices, y fue en ese momento cuando empezamos a hablar con la gente y a explicar cómo demonios habíamos ido a parar a ese lugar. Letonia, Polonia, Chipre, Malta, Dinamarca, Estonia, Turquía, Países Bajos… ui, ui, ¡la cosa prometía!
Antes de irnos a dormir tenemos la primera oportunidad de salir de nuestra zona de confort con juegos para romper el hielo y conocer al resto de participantes, y aunque muchos de los nombres parecían antiguos conjuros mayas, pronto empezamos a reírnos de nosotros mismos y a sentirnos cómodos en un ambiente tan poco usual.
Yo, que nunca había asistido a ningún training course, me imaginaba que tendríamos una serie de charlas en las que la información tendría una sola dirección: del orador al público y para casita. No obstante, llegó el primer día de trabajo, el segundo y el tercero y me dí cuenta de que no podría haber estado más equivocada. Durante las sesiones los trainers nos presentaban diferentes conceptos clave sobre los que después debatíamos en pleno o en pequeños grupos.
Algunos de los temas que tratamos fueron el programa Erasmus+ y sus características, el concepto de «educación no formal», la definición de «juego» y «ludificación», así como el proceso de creación de proyectos de mobilidad juvenil.
Lo mejor de estas sesiones era que aprendíamos los unos de los otros a medida que compartíamos nuestra opinión y/o experiencias. Al final de la semana no sólo pude describir y explicar en qué consiste el programa Erasmus+, sino que tenía mucho más claro cómo debía ser la estructura de los juegos y los factores que debemos tener en cuenta a la hora de crearlos con el objetivo de trabajar un tema específico con grupos de diferentes edades.
Esto que os acabo de contar corresponde a la parte más oficial del programa, ¡pero es sólo la punta del iceberg! Porque cada coffee break, cada rato libre y cada segundo fue una oportunidad para enseñarnos palabras impronunciables, contarnos fun facts de nuestros países o debatir sobre el sentido de nuestras vidas. El caso era aprender.
La dinámica del grupo fue increíble y el hecho de estar «aislados» en una casa rural en medio de la nada (¡aunque a cinco minutitos del gélido Báltico!) hizo que nos uniéramos mucho más y que desde la primera noche estableciésemos lazos de confianza. ¿Completos desconocidos que se gastan bromas y se tratan como si se conociesen de toda la vida? Sí, es posible… ¡e inevitable!
Y es que el propio tema del curso incitaba a ello: juegos, juegos y más juegos. Desde energizers con los que nos reíamos y nos despertábamos cada mañana hasta brain teasers imposibles que nos hacían rabiar de impotencia, pasando por alocadas partidas de Jenga o Jungle Speed…
Cada ocasión era buena para jugar, compartir y aprender relacionándonos. Además, ¡también teníamos las actividades nocturnas! Si después de sesiones intensivas de bailes tradicionales letonos, horas de sauna en grupo y noches multiculturales en las que tienes que probar desde la salsa más picante hasta el licor más ardiente, todavía te queda algo de eso que llaman «miedo» o «vergüenza» ¡es que eres imperturbable!
En definitiva, en este curso trabajamos la creación de juegos cuyo objetivo es enseñar, cambiar actitudes y dar espacio para que los jóvenes adquieran nuevas habilidades y conocimientos, y la verdad es que la sensación dos meses después es de haber conseguido mucho más que eso. Aprendimos a trabajar en equipo, a sentirnos realizados y orgullosos cuando nuestro trabajo daba frutos, pero también a superar momentos de frustración y a hacerlo apoyándonos los unos en los otros para conseguir el reto final: crear juegos educativos para jóvenes desde cero utilizando los conocimientos y métodos trabajados durante el curso.
¿Lo mejor? Que podéis disfrutar y sacar provecho de nuestro trabajo consultando la guía elaborada a partir del proyecto. Tendréis acceso a un resumen de los métodos y herramientas utilizados durante el curso, así como a la colección de juegos creados durante el curso por gente joven para gente joven. ¿A qué esperáis? Let’s play!
Olalla González
Participante del TC «Magic Games», Estonia
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